miércoles, 12 de marzo de 2025

3 Juan 2 - Teología de la Prosperidad - Andres Martinez

 


Una Promesa de Abundancia Terrenal
En el panorama del cristianismo contemporáneo, pocas enseñanzas han ganado tanta tracción y generado tanta controversia como la teología de la prosperidad. Este movimiento, también conocido como el "evangelio de la prosperidad", promete a los creyentes salud, riqueza y éxito material como derechos divinos, accesibles a través de la fe, la confesión positiva y, a menudo, la siembra económica en forma de ofrendas. Para sus defensores, es una revelación liberadora del poder de Dios; para sus críticos, una distorsión peligrosa del evangelio. Como pastor reformado, arraigado en la autoridad de las Escrituras y la sana doctrina, me propongo examinar la teología de la prosperidad a la luz de la Palabra de Dios y los principios teológicos de la Reforma, evaluando su validez y sus consecuencias eternas.
¿Qué es la Teología de la Prosperidad?
La teología de la prosperidad es una enseñanza que afirma que Dios desea que todos sus hijos vivan en abundancia material y física en esta vida. Según esta perspectiva, la pobreza, la enfermedad y el sufrimiento no son parte del plan divino para los creyentes, quienes pueden reclamar bendiciones mediante una fe activa, declaraciones verbales positivas y actos de "siembra" financiera, como donaciones a ministerios específicos. Sus proponentes suelen citar pasajes como 3 Juan 2 ("Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma") como prueba de que la prosperidad es una garantía bíblica.
 
El movimiento tiene sus raíces en el pentecostalismo estadounidense del siglo XX, influenciado por figuras como Oral Roberts y Kenneth Hagin, y popularizado más tarde por predicadores como Joel Osteen, Creflo Dollar y T.D. Jakes. Está estrechamente vinculado al declaracionismo (o confesión positiva), ya que enseña que las palabras de fe pueden "activar" las promesas de Dios. Además, muchos líderes de la prosperidad presentan la expiación de Cristo no solo como una redención del pecado, sino también como una provisión para la riqueza y la salud física, interpretando textos como Isaías 53:5 ("por su llaga fuimos nosotros curados") en un sentido materialista.
La Perspectiva Bíblica: Un Evangelio de la Cruz, No de la Corona
Para discernir la veracidad de la teología de la prosperidad, debemos acudir a las Escrituras como la norma suprema de fe y práctica. La Biblia ofrece una visión radicalmente distinta de la vida cristiana, una que exalta el sufrimiento redentor, la dependencia de Dios y la esperanza eterna sobre las ganancias terrenales.
 
Las Enseñanzas de Jesús sobre las Riquezas
 
Consideremos Mateo 6:19-21, donde Jesús enseña: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo… Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Estas palabras desafían directamente la obsesión de la teología de la prosperidad con la riqueza material, redirigiendo la atención del creyente hacia las realidades eternas. Jesús no promete abundancia terrenal, sino un reino que trasciende este mundo. En otro lugar, Jesús advierte al joven rico en Marcos 10:21-25 que venda todo lo que tiene y lo dé a los pobres, porque "es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios." Estas palabras no son un respaldo a la acumulación de bienes, sino un llamado a la renuncia y la confianza absoluta en Dios.
 
Además, en Lucas 12:15, Jesús exhorta: "Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee." Esta advertencia es un golpe directo al corazón del evangelio de la prosperidad, que mide la bendición divina en términos de posesiones materiales. Jesús ilustra esto con la parábola del rico insensato (Lucas 12:16-21), quien acumula riquezas para sí mismo, pero es llamado "necio" por Dios porque no fue rico en fe ni en generosidad hacia los demás.
 
El Sufrimiento como Parte del Discipulado
 
En cuanto a la salud y el sufrimiento, 2 Corintios 12:7-10 relata la experiencia de Pablo con su "espina en la carne". A pesar de sus súplicas, Dios no lo sanó, sino que le dijo: "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad." Este pasaje demuestra que el propósito divino no siempre es eliminar el dolor físico, sino usarlo para la gloria de Dios y el crecimiento espiritual del creyente. La teología de la prosperidad, al insistir en que la enfermedad es contraria a la voluntad de Dios, ignora esta verdad. Pablo mismo escribe en Filipenses 4:11-13 que ha aprendido a contentarse en cualquier circunstancia, ya sea en abundancia o en escasez, porque su fortaleza viene de Cristo, no de las circunstancias externas.
 
El apóstol Pedro también aborda este tema en 1 Pedro 4:12-13: "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo." Lejos de prometer una vida libre de sufrimiento, Pedro anima a los creyentes a regocijarse en las pruebas, porque estas producen madurez espiritual y comunión con Cristo.
 
Una Interpretación Contextual de los Textos
 
Sobre la interpretación de versículos como 3 Juan 2, el contexto revela que Juan expresa un deseo personal para Gayo, no una promesa universal. La palabra "prosperar" (euodoo) en griego puede referirse a un bienestar general, no necesariamente a riqueza material. Extraer de este texto una doctrina de abundancia garantizada es torcer las Escrituras, una práctica que 2 Pedro 3:16 advierte que lleva a la destrucción. De manera similar, la interpretación materialista de Isaías 53:5 ("por su llaga fuimos nosotros curados") ignora el contexto redentor de este pasaje, que habla principalmente de la sanidad espiritual del pecado, como lo confirma 1 Pedro 2:24: "Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia."
La Teología Reformada: Una Crítica Bíblica y Teológica
Desde la perspectiva reformada, la teología de la prosperidad contradice las doctrinas fundamentales del cristianismo histórico. Analicemos tres puntos de conflicto adicionales, además de los ya mencionados:
 
1. La Soberanía de Dios
  
La teología reformada, basada en textos como Romanos 8:28 ("Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien"), afirma que Dios obra soberanamente en todas las circunstancias, incluidas la pobreza y la enfermedad, para Su gloria. La teología de la prosperidad, al presentar la fe como una herramienta para forzar bendiciones materiales, usurpa esta soberanía, colocando al hombre en el centro y a Dios como un proveedor a demanda. Como dijo Juan Calvino: "La verdadera piedad no consiste en exigirle a Dios lo que queremos, sino en someternos a lo que Él ha determinado." La teología de la prosperidad invierte este principio, haciendo de la fe una fórmula mágica en lugar de una confianza humilde en la voluntad divina.
 
2. La Naturaleza de la Expiación
 
La doctrina reformada de la expiación limitada sostiene que Cristo murió para redimir a los elegidos del pecado y la ira de Dios (Juan 10:11; Efesios 5:25). La teología de la prosperidad expande este sacrificio para incluir garantías de salud y riqueza, una idea ajena a las Escrituras. Gálatas 3:13 dice que Cristo nos redimió "de la maldición de la ley," refiriéndose al pecado, no a una promesa de prosperidad terrenal. Charles Spurgeon, el "príncipe de los predicadores", advirtió: "No hay evangelio que prometa riquezas terrenales; el evangelio verdadero promete la cruz, y la cruz lleva a la corona." La teología de la prosperidad evade esta verdad fundamental.
 
3. La Vida Cristiana
 
La Biblia llama a los creyentes a tomar su cruz y seguir a Cristo (Mateo 16:24), abrazando el sufrimiento como parte del discipulado. La teología de la prosperidad, en cambio, ofrece una visión triunfalista que evade la cruz, prometiendo una vida de comodidad que Jesús nunca garantizó. 1 Timoteo 6:9-10 advierte: "Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo… porque raíz de todos los males es el amor al dinero." Asimismo, Santiago 2:5 declara: "¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?" La riqueza verdadera, según las Escrituras, es espiritual, no material.
 
Las confesiones reformadas, como la Confesión de Westminster, subrayan que el fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre, no acumular tesoros en la tierra. Como dijo R.C. Sproul: "La prosperidad verdadera es conocer a Dios, no poseer cosas."
Implicaciones Prácticas: Un Evangelio Falso y Sus Consecuencias
La teología de la prosperidad no solo es teológicamente errónea; también tiene efectos devastadores en la vida de la iglesia.
 
1. Fomenta una Fe Materialista
 
Primero, fomenta una fe materialista que mide la bendición de Dios en términos de posesiones, no de santidad. Esto contradice Hebreos 11, donde los héroes de la fe "murieron en fe, sin haber recibido lo prometido," confiando en una patria celestial. Abraham, Moisés y otros vivieron como peregrinos, no como millonarios (Hebreos 11:13-16). Como dijo A.W. Tozer: "El hombre que tiene a Dios como su tesoro tiene todo lo que necesita, aunque no posea nada más."
 
2. Crea Desilusión y Culpa
 
Segundo, crea desilusión y culpa. Cuando las promesas de salud y riqueza no se materializan, los creyentes son llevados a cuestionar su fe o a sentirse abandonados por Dios. La Biblia, en cambio, nos prepara para perseverar en las pruebas (Santiago 1:2-4), no para esperar una vida sin problemas. Jesús mismo dice en Juan 16:33: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." La teología de la prosperidad no equipa a los creyentes para soportar las tormentas de la vida; más bien, los deja naufragando en un mar de falsas expectativas.
 
3. Pervierte la Misión de la Iglesia
 
Tercero, la teología de la prosperidad pervierte la misión de la iglesia. En lugar de predicar arrepentimiento y fe en Cristo, muchos líderes se convierten en vendedores de bendiciones, explotando a los vulnerables con demandas de "siembra" financiera. Esto recuerda las indulgencias medievales que la Reforma combatió con vehemencia. Como dijo Martín Lutero: "El evangelio no es un mensaje de ganancias terrenales, sino de salvación eterna; no ofrece oro, sino la cruz."
 
4. Desvía el Enfoque de la Eternidad
 
Finalmente, este movimiento desvía el enfoque de la eternidad hacia lo temporal. Colosenses 3:1-2 exhorta: "Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." La teología de la prosperidad invierte este mandato, haciendo de las cosas terrenales el objetivo principal de la fe. Pero como dijo Jonathan Edwards: "El verdadero cristiano no vive para este mundo; vive para el venidero."
El Verdadero Tesoro del Evangelio
La teología de la prosperidad, con su enfoque en la abundancia terrenal, distorsiona el evangelio de Cristo, reemplazando la cruz con una corona de riquezas perecederas. Como pastor reformado, afirmo que la verdadera prosperidad no se encuentra en los bienes materiales, sino en la riqueza de la gracia divina que nos hace "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Romanos 8:17). Nuestra esperanza no es un cheque bancario, sino un Salvador resucitado que nos promete vida eterna.
 
La Biblia nos llama a buscar "primeramente el reino de Dios y su justicia" (Mateo 6:33), confiando en que Él proveerá según Su voluntad soberana. Que rechacemos las falsas promesas de la teología de la prosperidad y nos aferremos al evangelio puro y sencillo: Cristo murió por nuestros pecados, resucitó para nuestra justificación, y volverá para llevarnos a una gloria que ningún ojo ha visto ni oído ha escuchado (1 Corintios 2:9). Esa es la verdadera abundancia que ningún ladrón puede robar.

Reflexión Final
La teología de la prosperidad puede parecer atractiva en un mundo obsesionado con el éxito y la comodidad, pero es un espejismo que lleva a la desilusión espiritual. Como creyentes, debemos recordar las palabras de Pablo en 2 Corintios 4:17-18: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." Que nuestra fe esté anclada en la roca eterna de Cristo, no en las arenas movedizas de las promesas terrenales.

Citas Adicionales de Pastores y Teólogos Reformados
  • John Piper: "El evangelio de la prosperidad no es el evangelio de Jesús. Jesús no murió para hacerte rico, sino para hacerte santo. La verdadera riqueza es estar satisfecho en Cristo, no en las cosas."
  • Martyn Lloyd-Jones: "La prueba de nuestra fe no es cuánto tenemos, sino cuánto confiamos en Dios cuando no tenemos nada."
  • D.A. Carson: "La teología de la prosperidad convierte a Dios en un genio de la lámpara y a la fe en una moneda de cambio. Esto no es cristianismo; es idolatría."

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