Nunca debemos permitir que el error doctrinal se
incremente porque deshonra a Dios y engaña a los incautos. Se profana la
conciencia, se corrompe el corazón y se destruye el alma.
Según la Escritura, lo que sale de los labios de los
falsos maestros incluyen: “doctrinas extrañas”, “mandamientos de hombres”,
“doctrinas de demonios”, “herejías condenables”, “tradiciones de los hombres”,
“mentiras”, “falsedad,” “vano engaño” y “filosofías engañosas.”
Los labios mentirosos son una abominación al Señor en
todo momento y en todos los casos (Proverbios. 12:22).
Al conocer el fruto de los falsos maestros, tenemos
que luchar seriamente contra ellos.
Pedro y Pablo dicen que los falsos maestros llevan a
los creyentes a caer de su firmeza y devoción pura a Cristo (2 Pedro. 3:17; 2 Corintios. 11:3).
No están de acuerdo con las palabras de Jesús y traen
una fricción constante dentro de la iglesia (1 Timoteo. 6:4-5).
Dan lugar a la especulación y al debate inútil que
dificultan los propósitos de Dios (1 Timoteo. 1:4-6).
Muchos de los que profesan a Cristo ya no están
abrazando la sana doctrina, porque quieren agradar a sus oídos y buscan
maestros que hagan precisamente eso (2 Timoteo. 4:2).
Usando la Palabra de Dios, debemos estar preparados
para reprender y exhortar con gran paciencia e instrucción.
Aquellos a quienes se les ha sido encargada la verdad
deben adoptar una postura en contra de quienes tratan extraviar a los hombres.
Incluso cuando Pedro no está siendo honesto acerca de la verdad del Evangelio,
Pablo lo resistió cara a cara, y le reprendió fuertemente (Gálatas 2:11-14).
Judas nos exhorta a “contender
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).
Los que se niegan a defender la verdad de Dios están
demostrando su falta de pasión por la verdad. Debemos amar la verdad y odiar
cada falso camino (Salmo 119:104).
Nunca vamos a ser intimidados por los falsos maestros,
porque “el temor del hombre pondrá lazo” (Prov.
29:25).
La Batalla por la Verdad
Seamos conscientes de las palabras de A.W Tozer, quien
escribió: “Tan hábil es el error en la imitación de la verdad que los dos son
constantemente confundidos el uno al otro.
Por lo tanto, es críticamente importante que los
cristianos aprovechen plenamente todas las provisiones que Dios ha hecho para
salvarle del engaño – la oración, la fe, la constante meditación de las
Escrituras, la obediencia, la humildad y la iluminación del Espíritu Santo”
Necesitamos pedirle a Dios por valentía y audacia al
descansar en el poder de Su Palabra.
Que todos podamos ser más como los apóstoles quienes
eran fuertes, sin temor, audaces, dogmáticos, poco complacientes con el error,
valientes, intolerantes al pecado, inflexibles en relación con el Evangelio,
controvertidos, dispuesto a morir por la verdad y dedicados plenamente a
Cristo.
Ya no debemos ser como niños fluctuantes llevados de
aquí para allá por las olas y llevados por el engaño de los hombres, mediante
la astucia en intrigas engañosas (Efesios 4:14). Durante estos tiempos de gran
engaño, el Cuerpo de Cristo debe responder con una cosmovisión teológica y
bíblica que defiende la gloria y el honor de nuestro Señor Jesucristo. Tenemos
que proteger la pureza de su Evangelio por el bien de sus escogidos.
No a los falsos maestros y sus falsas doctrinas.
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