Hace algunos
días atrás compartía una bendecida reunión con hermanos en Cristo muy allegados
y amados, en un momento del compartir entable una conversación muy cercana con
uno de mis hermanos, en la cual me contaba sobre las bendiciones que Dios había
derramado sobre él y los suyos, y me decía que el Señor le abrió las puertas a
su propia empresa, la cual según sus palabras la describió como pequeña ya que
ni oficina poseían aun, a lo cual le respondí que obviamente para toda carrera
hay que dar pequeños pasos antes de comenzar a correr, obvia y claramente él
estaba al tanto de que todo comienzo no es fácil, pero que colocándonos en las
manos poderosas de Dios todo propósito podrá ser alcanzado si así Él lo dispone.
Avanzada la
charla el me exponía su muy clara y firme fe, lo cual me llenó mucho, ya que
sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6) y eso demuestra su entrega y
confianza en el Señor, seguidamente en su impulso por exponer su fe me dijo:
“Dios es mi socio en esta empresa”
Lo cual no
me sorprendió ya que no era la primera vez que lo oía, de hecho en algún
momento de mi vida yo mismo lo dije, pero gracias al amor de Dios y a Su
Palabra pude aprender algo que esa noche compartí con mi hermano y que hoy a
través de esta página quiero compartir
contigo.
“Dios no es tu socio, Dios es el dueño absoluto de
todo lo que posees,
tú solo eres el administrador”
Él es dueño de todo; sin embargo, al
mismo tiempo Él lo da todo (Hechos 17:25).
El no sólo nos ha dado a su único
Hijo, sino también prometió darnos juntamente con Él “todas las cosas” (Romanos 8:32). Por lo tanto debemos darle gracias a Dios porque aunque no somos dueños
de nada, Él nos da acceso o entrada a todas las cosas que Él tiene.
10 Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de
animales en los collados. 11 Conozco
a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me
pertenece. 12 Si
yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su
plenitud. (Salmos 50:10-12)
24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo
Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,
25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de
algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
(Hechos 17:24-25)
11 Tuya
es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor;
porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo,
oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.
32 Y la multitud de los que habían creído era de un
corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino
que tenían todas las cosas en común. (Hechos 4:32)
Como cristianos verdaderos y fieles,
necesitamos saber que no trabajamos para nosotros mismos sino para el dueño y
Señor de nuestra vida y todos sus bienes. Si realmente comprendemos el
significado completo de esta verdad, ésta revolucionará nuestra vida. Y, sin
duda, ésta cambiará nuestra manera de pensar y vivir.
Necesitamos conocer la diferencia
entre poseer y ser dueño. Los discípulos de la primera iglesia nos dan un
ejemplo claro de personas que comprendieron esta diferencia. Leemos que:
“ninguno
decía ser suyo propio nada de lo que poseía”
(Hechos 4:32).
Quizás te preguntes, ¿qué hace que una
persona sea la dueña de algo?
·
La
capacidad de evitar que otra persona posea o utilice lo que consideramos nuestro.
Es así porque, de acuerdo con los
valores de este mundo, el poder de evitar que otros utilicen un objeto es el
principio básico que conlleva la idea de propiedad, es decir:
Mi moto me pertenece (según la idea
del mundo) porque yo decido quien la usa y quien no y si la presto o no, y en
caso de prestarla me debe ser devuelta cuando yo lo exija.
Esta idea puede parecer egoísta. Y lo
es, tal vez no para aquel al que le preste la moto, pero si para mí mismo,
ya que esa no es la idea bíblica de propiedad sino una que predomina en nuestra
sociedad mundana.
En este caso, la verdad está en la
Biblia, la cual nos muestra una idea acerca del dueño.
De acuerdo con la Biblia, nosotros no
somos los dueños de nada, sino Dios. Somos seres humanos nada más. Y Dios está por
encima del hombre.
La idea bíblica de propiedad hace
hincapié en que:
El verdadero dueño es aquél que tiene algo
sin haberlo recibido de nadie.
El verdadero dueño no necesita de nada porque
lo tiene todo.
Sólo Dios cumple con estos requisitos (1 Crónicas 29:14;
Hechos 17:25).
Los seres humanos no tenemos nada que no hayamos recibido
(1 Corintios 4:7; 1 Timoteo 6:7).
La Biblia dice que la tierra es de
Dios (Éxodo 19:5). Nosotros, los animales y todo lo que está en el mundo pertenecemos
a Dios (Salmos 24:1; Hageo 2:8). Él es el dueño absoluto de todas
las cosas que existen porque “todas las cosas que están en los cielos y en la
tierra son tuyas” escribe Esdras refiriéndose
a Jehová (1 Crónicas 29:11).
Dios es el verdadero dueño de todas las
cosas.
Dios es el dueño del universo porque Él
lo creó (Génesis 1:1; Juan 1:3). La tierra juntamente con todo lo que contiene
le pertenece. De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él
habitan. Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos” (Salmos 24:1-2).
También nosotros le pertenecemos porque Él nos hizo (Salmos 100:3).
Dios creó todas las cosas para su gloria (Isaías 43:7; Colosenses 1:16; Apocalipsis 4:11).
Todo lo que existe pertenece a
Dios
porque Él tiene los derechos por ser el creador.
No poseemos nada que sea absolutamente
nuestro. Hemos recibido todo de Dios (1 Crónicas 29:16; Hechos 17:25; 1 Corintios 4:7): el lugar donde vivimos, el aire que respiramos, los alimentos
que comemos.
Vivimos porque Dios así lo quiere. Y finalmente, sería imposible
vivir aparte de Dios, porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28).
Por estas razones hermano:
“Dios no es tu socio, Dios es el dueño absoluto de
todo lo que posees,
tú solo eres el administrador”
Fuente: Biblia de Estudio John Macarthur - Reina Valera 1960 - Grupo Nelson.
Increiblemente hermoso!!
ResponderEliminarGracias, por esto. Hoy me pasó de escuchar una prédica diciendo esto, y me hizo muchísimo ruido. Y doy gracias a Dios por permitirme leer este estudio. Bendiciones
ResponderEliminar