viernes, 14 de marzo de 2025

25 de Diciembre: ¿El Nacimiento de Jesús o un Desvío Pagano? - Andres Martinez


 
"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí."
(Juan 5:39, RVR1960)




Un Llamado a Escudriñar la Verdad
 
Querido hermano en Cristo, el mes de diciembre llega con su encanto: luces que titilan en las calles, árboles adornados, y villancicos que resuenan en cada esquina. Para muchos, la Navidad es un tiempo de alegría y reflexión, un momento que asocian con el nacimiento de nuestro Salvador, Jesucristo. Pero, ¿es esto lo que las Escrituras nos enseñan? ¿Es el 25 de diciembre un mandato divino para celebrar el nacimiento del Verbo hecho carne (Juan 1:14), o una tradición humana que nos desvía del camino angosto hacia la cruz? Como creyentes reformados, estamos llamados a someter todas nuestras prácticas a la autoridad de la Palabra de Dios, no a las tradiciones de los hombres. En este artículo, examinaremos con humildad y valentía las raíces de la Navidad, apoyándonos en las Escrituras y en la enseñanza de pastores reformados de sana doctrina, para discernir si esta celebración honra verdaderamente al Señor o si, sin saberlo, nos lleva a un altar pagano.

Como dijo Charles Spurgeon, el "príncipe de los predicadores": "La Palabra de Dios debe ser nuestro único estándar; cualquier cosa que no esté fundamentada en ella es arena movediza." Con este espíritu, escudriñemos la verdad.
 
 
La Ausencia de Evidencia Bíblica: El Silencio de las Escrituras
 
La Biblia no nos da ninguna indicación sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús. No hay un solo versículo que señale el 25 de diciembre, ni siquiera un mes específico. Los evangelios de Mateo y Lucas relatan el nacimiento de Cristo con detalle (Mateo 1:18-25; Lucas 2:1-20), pero no mencionan un día concreto. Esto no es un descuido, sino una evidencia de que Dios, en Su soberanía, no consideró necesario que conociéramos esa fecha. Como dice Deuteronomio 29:29:

"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos."

Si la fecha del nacimiento de Jesús fuera esencial para nuestra fe, ¿no habría Dios provisto esa información en Su Palabra?

Juan Calvino, en su comentario sobre las tradiciones humanas, advirtió: "Cuando los hombres añaden a las Escrituras lo que Dios no ha ordenado, no solo oscurecen la verdad, sino que la corrompen."

La ausencia de una fecha específica en la Biblia debería hacernos reflexionar: ¿por qué hemos asignado un día que Dios no ha establecido? La respuesta no está en las Escrituras, sino en la historia humana y sus raíces paganas.
 
Las Raíces Paganas del 25 de Diciembre: Una Fiesta del Sol, No del Hijo
La primera celebración documentada del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre ocurrió en el año 354 d.C., bajo el obispo Liberio de Roma, y se extendió más tarde a otras regiones del Imperio Romano. Sin embargo, esta fecha no fue elegida por una revelación divina ni por una tradición apostólica, sino por conveniencia cultural dentro de un imperio saturado de idolatría. 
 
En diciembre, los romanos celebraban varias festividades paganas:
 
Las Saturnales (del 17 al 24 de diciembre), en honor a Saturno, dios de la agricultura, eran días de excesos, banquetes y desenfreno.
Las Sigilares, donde se intercambiaban regalos y muñecas como parte de rituales paganos.
 
El Solsticio de Invierno (25 de diciembre), conocido como el "Natalis Solis Invicti" (el nacimiento del Sol Invencible), una fiesta dedicada al dios sol Mitra y al renacimiento del sol tras el solsticio.
 
Los cristianos de la época, rodeados de estas prácticas, buscaron "cristianizar" el 25 de diciembre. Pensaron que, al asociarlo con el nacimiento de Jesús, podrían contrarrestar las festividades paganas y atraer a los gentiles al cristianismo. Algunos justificaron esta decisión con la idea de que Jesús es el "Sol de Justicia" (Malaquías 4:2). Sin embargo, esta lógica ignora un principio fundamental de la fe bíblica: no podemos santificar lo que Dios no ha ordenado. Como dice Éxodo 20:3: "No tendrás dioses ajenos delante de mí." Mezclar lo santo con lo profano es un acto de desobediencia, no de devoción.

El pastor reformado A.W. Pink, en su ensayo "La Navidad y las Escrituras", escribe: "No hay mandato en la Palabra de Dios para celebrar el nacimiento de Cristo, y mucho menos en una fecha que coincide con las fiestas paganas del sol. Tal práctica es una abominación a los ojos de un Dios celoso." La historia confirma que el 25 de diciembre no tiene origen cristiano, sino pagano, y adoptarlo como una fecha "cristiana" fue un compromiso que abrió la puerta al sincretismo.
 
 
Evidencia Histórica y Bíblica: ¿Cuándo Nació Jesús?
 
Investigaciones históricas y bíblicas sugieren que es improbable que Jesús naciera en diciembre. Lucas 2:8 nos dice que los pastores estaban en el campo, cuidando sus rebaños de noche, cuando los ángeles anunciaron el nacimiento de Cristo. En Judea, diciembre es una época fría y lluviosa, y los pastores no solían estar en los campos durante el invierno. Estudios como los del Instituto Franklin y otros eruditos bíblicos indican que Jesús pudo haber nacido en primavera (marzo o abril) o incluso en otoño (septiembre u octubre), posiblemente cerca de la Fiesta de los Tabernáculos, que simboliza a Dios habitando con Su pueblo (Levítico 23:34-43).

Además, la tradición pagana del 25 de diciembre está vinculada a figuras como Nimrod, quien, según algunas interpretaciones de Génesis 10:8-12 y tradiciones antiguas, fue un líder rebelde que promovió la idolatría y cuyo cumpleaños se asociaba con el solsticio de invierno. Aunque estas conexiones no están explícitamente en la Biblia, nos recuerdan la advertencia de 2 Corintios 6:14:

"¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"
 
 
El Engaño de Satanás: Adoración al Sol Disfrazada
 
Satanás, el gran engañador (Juan 8:44), rara vez actúa de manera evidente; sus trampas son sutiles, disfrazadas de piedad. En Ezequiel 8:14-18, vemos una advertencia clara: hombres en el templo de Jehová daban la espalda a Dios para adorar al sol hacia el oriente. Dios lo llama "abominación" y promete juicio: "No perdonará mi ojo, ni tendré misericordia" (v. 18). Este pasaje no es un relato aislado; es un recordatorio eterno de que mezclar la adoración a Dios con prácticas paganas es una traición grave.

La Navidad no es el único ejemplo de este sincretismo. El culto dominical, instituido por el emperador Constantino en 321 d.C. como el "venerable día del Sol", también refleja esta influencia pagana. La Biblia manda santificar el sábado como día de reposo (Éxodo 20:8-11), y aunque los cristianos del Nuevo Testamento se reunían el primer día de la semana para conmemorar la resurrección de Cristo (Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2), no hay mandato bíblico que traslade el sábado al domingo como día de adoración obligatorio. Como profetizó Daniel 7:25, el enemigo "pensará en cambiar los tiempos y la ley" de Dios, y así ha sucedido a lo largo de la historia.

El pastor reformado R.C. Sproul advirtió: "No debemos permitir que las tradiciones humanas, por más arraigadas que estén, reemplacen la autoridad de las Escrituras. Dios no se complace con una adoración que mezcla Su verdad con las mentiras del mundo." Satanás no nos pide rechazar a Cristo abiertamente; nos invita a adorarlo dentro de un marco que Él nunca estableció, desviándonos así del camino hacia la cruz.
 
 
El Camino Verdadero: La Cruz, No las Tradiciones Humanas
 
Frente a este engaño, ¿cuál es el camino que nos lleva a la cruz? No son las luces de un árbol ni los regalos del 25 de diciembre; es el evangelio puro y sin adulterar. Jesús mismo nos confronta: "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" (Lucas 6:46). Celebrar tradiciones humanas puede parecer inofensivo, pero si desobedecemos el mandato de adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24), nos desviamos del camino angosto (Mateo 7:14).

La cruz no necesita adornos paganos; brilla por sí sola como el acto supremo de amor y justicia divina. Como dice Romanos 5:8: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." No sabemos la fecha exacta del nacimiento de Cristo, pero sabemos que nació, vivió, murió y resucitó para salvarnos. Eso es lo que importa. No necesitamos un día inventado para celebrarlo; cada día, en la Palabra y la oración, caminamos hacia la cruz.

El apóstol Pablo nos exhorta en Gálatas 1:8-9: "Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema." Cualquier adición al mensaje de Cristo—sea la Navidad o cualquier otra tradición humana—no proviene de Dios y debe ser rechazada.
 
 
Una Perspectiva Reformada: La Sola Scriptura como Nuestra Guía
 
La fe reformada nos llama a vivir bajo el principio de Sola Scriptura: la Escritura sola es nuestra autoridad final. Como dijo Martín Lutero: "Mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme de nada, porque ir contra la conciencia no es justo ni seguro." Si la Biblia no establece el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Cristo, no tenemos derecho a imponerlo como una práctica cristiana.

John Knox, el reformador escocés, afirmó: "Todo lo que no está ordenado por la Palabra de Dios es una invención humana, y adherirse a ello como si tuviera autoridad divina es idolatría." No se trata de condenar a quienes celebran la Navidad con buena intención, sino de despertarnos a la verdad. Como dice 2 Corintios 4:4, Satanás "ha cegado el entendimiento de los incrédulos," y a veces también confunde a los creyentes con tradiciones que parecen piadosas pero carecen de fundamento bíblico.
 
 
Una Invitación a la Fidelidad y la Obediencia
 
Amado hermano, te invito a reflexionar: ¿Qué sendero estás siguiendo? ¿Uno iluminado por las luces del mundo o por la luz de la Palabra? Ezequiel 9:4 promete una señal de salvación para quienes "gimen y claman" por las abominaciones, mientras que el juicio caerá sobre quienes persisten en el engaño (v. 6). El camino hacia la cruz es un camino de obediencia, no de conveniencia.

No necesitamos "cristianizar" lo pagano; necesitamos dejarlo atrás y aferrarnos a la verdad. Como dice el salmista: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino" (Salmos 119:105). Que nuestro caminar sea firme, no en fechas humanas, sino en la gracia soberana que nos lleva a la cruz. En Cristo tenemos libertad para adorar solo a Dios, sin las cadenas de las tradiciones humanas.

¿Y tú, qué piensas? Escudriña las Escrituras, examina la historia y deja que el Espíritu Santo guíe tu corazón. Que juntos podamos decir con Pablo: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Timoteo 4:7). Ese es el camino verdadero, el que nos guía a la eternidad con nuestro Salvador.
 
Este artículo ha sido redactado desde una perspectiva reformada, enfatizando la autoridad de las Escrituras y la necesidad de rechazar cualquier práctica que no esté fundamentada en la Palabra de Dios. Que sea de bendición y edificación para todos los que lo lean.


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