Gran Maestro -dijo el discípulo-, he venido desde muy lejos para aprender de ti. Durante muchos años he estudiado con todos los iluminados y gurús del país y del mundo y todos han dejado mucha sabiduría en mí. Ahora creo que tú eres el único que puede completar mi búsqueda. Enséñame, Maestro, todo lo que me falta saber.
Badwin el sabio le dijo que tendría mucho gusto en
mostrarle todo lo que sabía pero que antes de empezar quería invitarlo con un
té.
El discípulo se sentó junto al Maestro mientras él se
acercaba a una pequeña mesita y tomaba de ella una taza llena de té y una
tetera de cobre.
El Maestro alcanzó la taza al alumno y cuando éste la
tuvo en sus manos empezó a servir más té en la taza que no tardó en rebasarse.
El alumno con la taza entre las manos intentó advertir al
anfitrión: – Maestro…Maestro Badwin como si no entendiera el reclamo siguió
vertiendo té, que después de llenar la taza y el plato empezó a caer sobre la
alfombra. –
Maestro –gritó ahora el alumno-, deja ya de echar té en
mi taza. ¿No puedes ver que ya está llena? Badwin dejó de echar té y le dijo al
discípulo: – Hasta que no seas capaz de vaciar tu taza no podrás poner más té
en ella.
Hay que vaciarse para poder llenarse.
Ahora bien,
entendiendo esto podemos ver claramente que hay dos tipos de “tazas”, las que
están llenas y las que no lo están.
En esta
publicación me centrare no en la taza directamente, sino más bien en aquel que
quiere llenarla, para lo cual debe poder notar si la misma está llena o vacía,
para saber cómo debe actuar.
Hay personas que necesitan un tipo diferente de
mensajero, así como Pedro o Juan enseñaron la verdad a los judíos quienes
creían en Dios a su manera o Pablo y Bernabé que enseñaron a los gentiles
(paganos) que no conocían a Dios, de igual manera hay un mensajero para los
“cristianos” y uno para los no creyentes. –am
Cuando Jesús
predicó en las aldeas de Palestina, lo hizo acompañado siempre del grupo
de los Doce, y su enseñanza se centraba en el Reino de Dios. El hecho que nunca
definiera a qué se refería con “el Reino de Dios” no es casual; los israelitas
estaban familiarizados con esta expresión, y los Doce representaban la
renovación de las doce tribus de Israel. Todo este lenguaje y simbología era
bien comprendido por un judío, pero ininteligible para un pagano, lo que nos
lleva a concluir que Jesús nunca tuvo en mente predicar a los gentiles. De
hecho, en Mateo
15:24, Jesús mismo lo aclara:
“No fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de
Israel.”
Los apóstoles
de Jesús, entre ellos Pablo, predicaron al Cristo, a Jesús resucitado, y la
salvación que a través de Él llega al hombre. Pero los Doce tenían en mente la
restauración del pueblo de Israel, por lo cual dirigieron sus esfuerzos a
comunicar la Buena Noticia al resto de judíos. Pero Pablo, buen conocedor de
las Sagradas Escrituras, descubrió que tanto Miqueas como Isaías habían
profetizado que al final de los tiempos, algunos extranjeros/paganos (gentiles)
participarían de la gloria futura del pueblo judío (Miqueas 4; Isaías 66:18-24).
Parece ser que como nadie tomaba la iniciativa, Pablo se sintió comprometido a
llevar a cabo la tarea de producir a cumplimiento dicha profecía, pues era
parte necesaria para que Dios obrase la restauración de Israel.
A poco de
ello, Pablo comienza a notar desconcertado, que los gentiles creen en
Jesucristo y se hacen bautizar en abundancia, mientras los judíos se niegan a
aceptar a Jesús por Mesías. Este contraste le lleva a profundizar en sus ideas,
y se da cuenta que a Dios no le basta con algunos gentiles. Que el plan de Dios
es mucho más amplio y profundo, y que Jesús no vino sólo a los judíos sino a
salvar a todos los hombres.
Pero….
¿Quiénes
eran los Judíos y quienes los Gentiles?
Una persona no
es considerado judío al menos que sea descendiente de una persona judía
preferiblemente por el lado materno. Y si es descendiente de judíos no importa
donde nazca, inmediatamente pasa a ser judío.
Originalmente,
a los judíos se les llamo hebreos. Se les llamo así porque así vemos que la
Biblia le llama a Abraham.- Génesis 14:13
“Pero un fugitivo fue e informó a Abram, el hebreo,
pues él moraba en el encinar de Mamre; el amorreo, hermano de Escol y hermano
de Aner habían hecho un pacto con Abram.”
También se les
llamo israelitas a los judíos por ser descendientes de Jacob. Ya que a este
Dios le cambio el nombre a Israel. - Génesis 32:28
“Y dijo: Ya no se dirá tu nombre Jacob, sino Israel,
porque has luchado con Elohim y con los hombres, y has vencido.”
Judá era uno
de los 12 hijos de Jacob. Y la promesa del Mesías venía a través de la línea
genealógica de este hijo. A los descendientes de Judá se les llamaban judíos.
Mientras que
un Gentil era, para los judíos, cualquier hombre que no fuese judío y por tanto
que no hubiese sido circuncidado para mostrar en su carne el pacto establecido
entre Dios y Abraham.
De acuerdo a
esto podríamos resumir que:
Un Judío por
la promesa de Dios a Abraham (Génesis 17) podríamos decir que eran el pueblo
elegido por Dios. Algo así como los cristianos de hoy en día. (Juan 1:12)
Mientras que
los gentiles vienen siendo algo así como todos aquellos que no reconocen a Dios
o desconocen de Él.
¿Dónde
quedaron las tazas?
Cuando Jesús
comenzó su ministerio se enfrentó constantemente a varias “tazas llenas” que se aferraban a lo que habían aprendido como
en el caso de los
fariseos.
Religiosamente,
ellos aceptaban la Palabra escrita como inspirada por Dios. Pero ellos también
le concedían igual autoridad a la tradición oral, e intentaban defender su
posición diciendo que ésta se remontaba hasta Moisés. Esto no era nada más que legalismo.
Estas tradiciones se habían desarrollado a través de los siglos, y se añadían a
la Palabra de Dios, lo cual está prohibido (Deuteronomio 4:2; Apocalipsis 22:18-19), y los fariseos buscaban obedecer estrictamente estas
tradiciones junto con La Ley.
Los Evangelios
abundan en ejemplos de los fariseos tratando estas tradiciones de igual manera
que la Palabra de Dios (Mateo 9:14; 15:1-9; 23:5; 23:16; Marcos 7:1-23; Lucas 11:42).
Obviamente no
fue fácil para Jesús ni para los Doce (ni los que vinieron después) el enseñar
sobre el Reino de Dios, ya que la gran mayoría de judíos ya tenían un concepto
plasmado en sí mismos de quien era Jehová y sus enseñanzas, y por ende no aceptaban
que Dios no reconocería sus “buenas obras” como ticket para entrar al cielo. (Romanos 11:6 ; 2 Timoteo1:9; Romanos 3:10-12; Romanos 3:28; Romanos5:1; Gálatas 3:24; Efesios 2:8-9).
Hoy en día podemos ver a
algunos “cristianos” no muy alejados de la misma posición que compartían
algunos judíos antiguos.
Tienen una figura auto creada
o inducida externamente sobre quien es Dios y que papel toma en nuestras vidas,
unos creen en un dios dependiente de su creación, otros en un dios sujeto a sus
caprichos, otros en un dios de color rosa que vive en nubes de algodón de
azúcar, y otros en un dios que no puede hacer nada que vaya contrario a sus
decisiones personales, en fin hay muchos que han creado un dios a su imagen y
semejanza o según sus necesidades donde ese ídolo les dice que todo lo que
hacen está bien y que son el centro del universo donde todo gira alrededor de
ellos.
Aferrados a ese mensaje que
encaja perfectamente a sus caprichos y/o necesidades se mantienen fielmente en
rechazo constante a cualquiera que trate de hacerles comprender la verdad de
quien es Dios realmente.
Por tal motivo he podido
entender gracias a la luz de la Palabra Escrita que para cada tipo de receptor
debe existir un tipo de mensajero, y en el libro de Gálatas podemos encontrar referencia
de esto:
“Más bien, ellos comprendieron que a Pedro se le había encargado anunciar la buena noticia a
los judíos, y que a mí (Pablo) se me
había encargado anunciarla a todos los que no lo son. Fue Dios mismo
quien envió a Pedro como apóstol para los judíos, y a mí como apóstol para
aquellos que no lo son. Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados los
líderes más importantes de la iglesia, se dieron cuenta de ese privilegio que
Dios me había dado. Entonces quedamos de acuerdo en que Bernabé y yo (Pablo) anunciaríamos la buena noticia a los
que no son judíos, y que ellos la anunciarían a quienes sí lo son. Y
para mostrarnos que estaban de acuerdo, nos dieron la mano. La única condición
que nos pusieron fue que no dejáramos de ayudar a los pobres de la iglesia en
Jerusalén. Y eso es precisamente lo que he estado procurando hacer. -Gálatas 2:7-10 TLA
Con esta publicación no quiero decir que a
Pablo le haya sido más fácil predicar a los no judíos, ni que a los Doce les
fuera más difícil por el hecho de predicarles a un pueblo prejuicioso o
predispuesto (ya que los gentiles o paganos de igual manera tenían sus
creencias sobre sus dioses), solo he querido expresar que de cierta manera el decirle
a un judío confiado y ciegamente seguro de su santidad por sus buenas obras y
cumplimiento de la ley, que nada de eso le serviría para entrar al cielo debió
ser una labor titánica, así como hoy en
día no es para nada sencillo tratar de explicarle a un “cristiano” (Pentecostal, Mormón, Testigo de Jehová, Adventista,
etc…) que tan alejado está de la verdad bíblica sobre quien es Dios y que
quiere de nosotros y sobre lo desviado que puede estar el mensaje que por años
ha venido recibiendo desde un púlpito.
Uno de los grandes inconvenientes a la
hora de predicar la verdad bíblica es la idolatría pastoral ya que esta ha
contribuido desde años y años a la prolongación y permanencia del falso
evangelio (así como el analfabetismo bíblico), por tal motivo pienso y expreso
que para alguien que no ha escuchado de Dios es un poco más digerible la verdad
bíblica de los atributos de Dios.
Mark Twain dijo una vez:
“Es más fácil
engañar a la
gente, que convencerlos de que han sido engañados”
Por lo antes expuesto considero que hay dos tipos de
mensajeros, no que exista dos tipos de mensaje, el mensaje es uno solo a la
hora de evangelizar, están quienes reciben el mensaje con oídos prestos a oír y
quienes lo rechazan por abrazar sus tradiciones o doctrinas.
Mateo 15:6 dice:
“…Ustedes no hacen caso de los mandamientos de Dios, con tal de
seguir sus propias costumbres…”
Marcos 7:13 dice:
“…De esa manera, desobedecen los mandamientos de Dios para
seguir sus propias enseñanzas…”
Las malas costumbres
y falsas enseñanzas que las respaldan, han llevado a algunos a
ponerse de espaldas a Dios sin percatarse por ellos mismos, repudiando así a
todo aquel que trata hacerles entender la importancia de la enseñanza Bíblica y
su propia necesidad de volver al camino de la Verdad.
Pregúntate si lo que tu
"pastor" dice realmente es lo que la biblia dice...
Juzga hermano, juzga con justo
juicio, discierne, piensa, analiza, examina...
Pregunta...
y nuevamente pregunta…
Pensar no es pecado...
Gálatas 4:16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?
Eclesiastés 12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar,
Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
1 Corintios 2:15 En cambio, los que tienen el Espíritu de Dios todo lo examinan y todo lo entienden.
Pensar no es pecado...
Gálatas 4:16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?
Eclesiastés 12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar,
Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;
1 Corintios 2:15 En cambio, los que tienen el Espíritu de Dios todo lo examinan y todo lo entienden.
Gracia y Paz.
Referencias:
-Biblia de estudio –John
Macarthur. Reina Valera, 1960 - Grupo Nelson.
-Bible Gateway - Link
-http://archive.constantcontact.com/fs067/1101649312847/archive/1102412500658.html
-http://www.gotquestions.org/Espanol/Jesus-era-judio.html
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