jueves, 2 de octubre de 2014

¿Sembramos para cosechar o cosechamos para sembrar?

Todos conocemos o tenemos un concepto respecto a lo que es sembrar, una idea literal en cuanto a semillas bajo tierra para la obtención de un fruto especifico, como una idea espiritual bajo la cual establecemos patrones y hábitos que nos permitan reunir frutos importantes delante de Dios.

Pero más allá del concepto que podamos tener referente a sembrar, debemos entender realmente ¿qué quiere Dios de nosotros al momento de sembrar?


Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;
2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas,”

 Tomemos en cuenta 3 aspectos muy importantes descritos por Pablo a la Iglesia de Corinto:

1.     “Con agrado han dado”: La ofrenda o siembra siempre debe ser de manera voluntaria ya que este siempre ha sido el plan de Dios, que sembremos con gozo, con un corazón desprendido y con agrado, no por obligación, compromiso o necesidad.

2.      “Conforme a sus fuerzas”: Debe darse de manera proporcional conforme a lo que tenemos, no debemos dejarnos llevar por nuestras emociones y pretender sembrar semillas que no poseemos y tener siempre presente que Dios en el Nuevo Testamento no establece una cantidad específica o un porcentaje determinado, pero espera que Su pueblo dé con base en lo que tiene. (1 Corintios 16:2)

3.      “Aún más allá de sus fuerzas”: Si bien entendimos que debemos sembrar conforme a las semillas recibidas, en este fragmento Pablo hace hincapié en que el dar es un sacrificio. El pueblo de Dios debe dar de acuerdo con lo que tiene, pero en una proporción tal que le permita sacrificarse, ya que Dios no dice den  "según lo que les haya sobrado" después de comprar comida y ropa, y después de pagar deudas, etc. Recordemos Marcos 12:41-44


Sembrar es un principio o ley que se aprende


6 "Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;"

En este versículo Pablo nos enseña que el sembrar indica un plan de acción premeditado hecho de corazón (Cada uno dé como propuso en su corazón”) y de manera voluntaria, (no con tristeza, ni por necesidad”) no como algo impulsivo u obligatorio.

Cada vez que el creyente da con generosidad y sabiduría de sus recursos materiales, Dios se encarga de reabastecerlos para que siempre los tenga en abundancia y nunca pase necesidad.

Dios devuelve en abundancia para bendecir a los que dan con alegría, no para que puedan satisfacer sus deseos egoístas y no esenciales (Santiago 4:3), sino para que puedan atender las necesidades reales que otros tengan.


Debemos andad como hijos de luz


"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante."

“Sed, pues, imitadores de Dios”: El cristiano no tiene llamado o propósito más grande que el de imitar a su Señor. Este es el propósito de la santificación, crecer en semejanza al Señor mientras le servimos en la tierra.

“Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros”: Cristo es el ejemplo supremo de amor al sacrificarse así mismo por nosotros. Jesucristo tomo nuestro lugar en el banquillo de los acusados, Él mejor que nadie conoce a Dios Padre y sabe que es un Juez Justo y que en Su justicia no cabe el escape al castigo, por ende se puso en nuestros zapatos, tomo nuestros pecados como suyos y cargo sobre Él toda la culpa, y pago con Su vida para que nosotros podamos tener vida eterna, de igual manera Él desea que nosotros ayudemos al necesitado, colocándonos en sus zapatos y compartiendo su necesidad como si fuera nuestra y que al sembrar o dar lo hagamos como desearíamos nosotros que nos ayuden si estuviéramos en la misma situación.

“En olor fragante”: el sacrificio de Jesús por nosotros agradó y glorificó a Dios porque demostró de manera perfecta y completa la clase de amor perfecto y divino de Dios.
Cuando Cristo dio Su vida por nosotros no lo hizo con segundas intenciones, no lo hizo pensando en Él mismo ni en obtener un beneficio para Él.

Jesús se entregó de la manera más pura y honesta, por amor a nosotros, por el deseo de que pasemos la eternidad en el Reino de Dios adorando y alabando, de igual manera debemos sembrar, con la única motivación primeramente de agradecer a Dios por todo lo que recibimos y dando en Bendición una parte de todo lo que Dios nos ha dado a aquellos que lo necesitan, sin ninguna segunda intención, no por necesidad, obligación, o reunir méritos para congraciarnos con Dios. (Efesios 2:8-9)

Debemos proponernos en nuestro corazón el principio de sembrar, de una manera desprendida y generosa por el impulso de ayudar a los que lo necesitan no pensando en un beneficio para nosotros o en alguna retribución, la cual si llega sea bienvenida pero que no sea la motivación que nos mueva para sembrar, recordemos que Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7), por esta razón el principio de sembrar debe ser conforme a lo que Dios quiere no de acuerdo a nuestro entendimiento o concepto.


Por más crudo que pueda sonar, Dios no necesita de nosotros, somos nosotros quienes necesitamos de Él, por tal razón debemos guiar nuestras vidas conforme al modelo de Jesús, el cual es el principal propósito de la santificación, crecer en semejanza al Señor mientras le servimos en la tierra, para que seamos dignos de la confianza del Señor y podamos ser Sus siervos buenos y fieles, los cuales con lo que tenemos haremos mucho.

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