Todos conocemos o tenemos un concepto respecto a lo que
es sembrar, una idea literal en cuanto a semillas bajo tierra para la obtención
de un fruto especifico, como una idea espiritual bajo la cual establecemos patrones y hábitos que nos
permitan reunir frutos importantes delante de Dios.
Pero más allá del concepto
que podamos tener referente a sembrar, debemos entender realmente ¿qué quiere
Dios de nosotros al momento de sembrar?
“Asimismo, hermanos, os hacemos saber
la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;
2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su
gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
3 Pues doy testimonio de que con agrado han
dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas,”
Tomemos en cuenta
3 aspectos muy importantes descritos por Pablo a la Iglesia de Corinto:
1. “Con agrado han dado”: La
ofrenda o siembra siempre debe ser de manera voluntaria ya que este siempre ha
sido el plan de Dios, que sembremos con gozo, con un corazón desprendido y con
agrado, no por obligación, compromiso o necesidad.
2.
“Conforme
a sus fuerzas”: Debe darse de manera proporcional conforme a lo que
tenemos, no debemos dejarnos llevar por nuestras emociones y pretender sembrar
semillas que no poseemos y tener siempre presente que Dios en el Nuevo
Testamento no establece una cantidad específica o un porcentaje determinado, pero
espera que Su pueblo dé con base en lo que tiene. (1 Corintios 16:2)
3.
“Aún
más allá de sus fuerzas”: Si bien entendimos que debemos sembrar
conforme a las semillas recibidas, en este fragmento Pablo hace hincapié en que
el dar es un sacrificio. El pueblo de Dios debe dar de acuerdo con lo que
tiene, pero en una proporción tal que le permita sacrificarse, ya que Dios no
dice den "según lo que les haya
sobrado" después de comprar comida y ropa, y después de pagar
deudas, etc. Recordemos Marcos 12:41-44
Sembrar es un principio o ley que se aprende
6 "Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que
siembra generosamente, generosamente también segará.
7 Cada
uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre.
8 Y
poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra;"
En este versículo Pablo nos enseña que el sembrar indica
un plan de acción premeditado hecho de corazón (“Cada uno dé como propuso en su corazón”) y de manera
voluntaria, (“no con tristeza, ni
por necesidad”) no como algo impulsivo u obligatorio.
Cada vez que el creyente da con generosidad y sabiduría
de sus recursos materiales, Dios se encarga de reabastecerlos para que siempre
los tenga en abundancia y nunca pase necesidad.
Dios devuelve en abundancia para bendecir a los que dan
con alegría, no para que puedan satisfacer sus deseos egoístas y no esenciales
(Santiago 4:3), sino para que puedan atender las necesidades reales que otros
tengan.
Debemos andad como hijos de luz
"Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados.
2 Y
andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante."
“Sed, pues, imitadores de Dios”: El
cristiano no tiene llamado o propósito más grande que el de imitar a su Señor.
Este es el propósito de la santificación, crecer en semejanza al Señor mientras
le servimos en la tierra.
“Cristo
nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros”:
Cristo es el ejemplo supremo de amor al sacrificarse así mismo por nosotros. Jesucristo
tomo nuestro lugar en el banquillo de los acusados, Él mejor que nadie conoce a
Dios Padre y sabe que es un Juez Justo y que en Su justicia no cabe el escape
al castigo, por ende se puso en nuestros zapatos, tomo nuestros pecados como
suyos y cargo sobre Él toda la culpa, y pago con Su vida para que nosotros
podamos tener vida eterna, de igual manera Él desea que nosotros ayudemos al
necesitado, colocándonos en sus zapatos y compartiendo su necesidad como si
fuera nuestra y que al sembrar o dar lo hagamos como desearíamos nosotros que
nos ayuden si estuviéramos en la misma situación.
“En
olor fragante”: el sacrificio de Jesús por nosotros agradó y
glorificó a Dios porque demostró de manera perfecta y completa la clase de amor
perfecto y divino de Dios.
Cuando Cristo dio Su vida por nosotros no lo hizo con
segundas intenciones, no lo hizo pensando en Él mismo ni en obtener un
beneficio para Él.
Jesús se entregó de la manera más pura y honesta, por
amor a nosotros, por el deseo de que pasemos la eternidad en el Reino de Dios
adorando y alabando, de igual manera debemos sembrar, con la única motivación
primeramente de agradecer a Dios por todo lo que recibimos y dando en Bendición
una parte de todo lo que Dios nos ha dado a aquellos que lo necesitan, sin
ninguna segunda intención, no por necesidad, obligación, o reunir méritos para
congraciarnos con Dios. (Efesios 2:8-9)
Debemos proponernos en nuestro corazón el principio de
sembrar, de una manera desprendida y generosa por el impulso de ayudar a los
que lo necesitan no pensando en un beneficio para nosotros o en alguna
retribución, la cual si llega sea bienvenida pero que no sea la motivación que
nos mueva para sembrar, recordemos que Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7), por esta razón el principio de sembrar debe ser conforme a lo que Dios
quiere no de acuerdo a nuestro entendimiento o concepto.
Por más crudo que pueda sonar, Dios no necesita de
nosotros, somos nosotros quienes necesitamos de Él, por tal razón debemos guiar
nuestras vidas conforme al modelo de Jesús, el cual es el principal propósito
de la santificación, crecer en semejanza al Señor mientras le servimos en la
tierra, para que seamos dignos de la confianza del Señor y podamos ser Sus
siervos buenos y fieles, los cuales con lo que tenemos haremos mucho.
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