"Procurad, pues, los dones mejores. Y aun yo os muestro un camino más excelente."
(1 Corintios 12:31, RVR1960)
(1 Corintios 12:31, RVR1960)
Un Don que Resuena Más Allá de las Palabras
Pablo, inspirado por el Espíritu, nos lleva de la mano en 1 Corintios 14 para entender este principio. Los corintios estaban fascinados con hablar en lenguas, pero él les dice: "Prefiero cinco palabras que se entiendan y ayuden a otros, que diez mil en un idioma desconocido." En este capítulo, exploraremos por qué hablar de parte de Dios supera a cualquier otro don, cómo el amor y el orden deben guiar nuestras reuniones, y qué significa buscar las capacidades que verdaderamente importan. Prepárate, hermano, porque esta enseñanza no solo ordena nuestra adoración; transforma nuestra vida en la iglesia.
Lenguas vs. Profecía: El Propósito del Don
La enseñanza comienza con una comparación clara: hablar en lenguas desconocidas edifica solo al que habla, mientras que hablar de parte de Dios—profetizar—edifica a toda la iglesia. "Cuando ustedes hablan en un idioma extraño, se ayudan solo a ustedes mismos," dice el texto. Es un don legítimo; Dios entiende esos "misterios del Espíritu" (1 Corintios 14:2). Pero si nadie más comprende, ¿de qué sirve a los demás? En cambio, "cuando Dios les ordena hablar de su parte, la gente sí los entiende" y se fortalece en fe, gozo y consuelo (v. 3).
Pablo no desprecia las lenguas—él mismo dice: "Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos ustedes" (v. 18)—pero prioriza lo útil: "Más me gustaría que hablaran de parte de Dios" (v. 5). ¿Por qué? Porque sin interpretación, las lenguas son como una flauta o un arpa sin melodía distintiva (v. 7), o una trompeta de guerra que no llama a nadie a la batalla (v. 8). Son ruido sin sentido para los oyentes, "como hablarle al aire" (v. 9). La capacidad más importante no es la que impresiona, sino la que edifica.
El Corazón del Asunto: Edificar a los Demás
Piensa en una orquesta: cada instrumento tiene su lugar, pero si todos tocaran lo mismo, no habría armonía. Así es la iglesia: los dones son diversos, pero deben trabajar juntos para un fin mayor. "Ya que desean las capacidades que da el Espíritu, traten de tener aquellas que ayuden a todos los de la iglesia" (v. 12). Hablar en lenguas, sin traducción, es como un solo aislado; profetizar es la sinfonía que une a todos. Pablo ilustra: "Si yo fuera a visitarlos y les hablara en idiomas desconocidos, ¿de qué les serviría?" (v. 6). Solo sería útil si trajera revelación, conocimiento o enseñanza clara.
Este principio toca el corazón del cristianismo: el amor. En 1 Corintios 13, Pablo acaba de decir que "el amor edifica" (8:1). Ahora, en el 14, aplica eso: los dones deben servir a otros, no a nosotros mismos. "Si oro en un idioma desconocido, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto" (v. 14). Orar o cantar con el espíritu es bueno, pero hacerlo también "con mi entendimiento" (v. 15) permite que otros digan "Amén" (v. 16) y se unan en adoración. Una oración hermosa pero incomprensible no ayuda a nadie (v. 17).
El Poder de la Palabra Clara
Pablo enfatiza la claridad: "Prefiero decir cinco palabras que se entiendan y que ayuden a otros, más que diez mil palabras en un idioma que nadie entiende" (v. 19). Cinco palabras—"Cristo murió por nuestros pecados"—pueden transformar vidas; diez mil en lenguas sin sentido solo confunden. Esto no es desprecio al don de lenguas, sino un llamado a la madurez: "No piensen como niños [...] piensen como personas maduras" (v. 20). Los niños buscan lo llamativo; los maduros, lo significativo.
Cita Isaías 28:11-12: "Por medio de extranjeros y en idiomas desconocidos" Dios habló a Israel, pero no escucharon (v. 21). Las lenguas son una señal para los no creyentes (v. 22), un testimonio de la presencia del Espíritu. Pero para los cristianos, lo que importa es la profecía. Imagina a un incrédulo entrando a la iglesia: si todos hablan en lenguas, "pensará que están locos" (v. 23). Pero si oye un mensaje claro de Dios, "se dará cuenta de que es pecador [...] y reconocerá que Dios está entre ustedes" (vv. 24-25). La capacidad más importante no solo edifica a los hermanos; convence al mundo.
Orden y Edificación en la Reunión
¿Cómo aplicamos esto? "Cuando se reúnan, todo lo que hagan debe ayudar a los demás" (v. 26). Cantos, enseñanzas, lenguas con interpretación, profecías—todo debe tener propósito. Si hay lenguas, que sean "dos o tres," con turnos y traducción (v. 27). Sin intérprete, "callen" (v. 28). Si hay profecía, también "dos o tres," con los demás discerniendo (v. 29). Si otro recibe un mensaje, el primero cede (v. 30). ¿Por qué? "Para que todos puedan aprender y sentirse animados" (v. 31). El Espíritu no provoca caos; "a Dios no le gusta el desorden, sino la paz" (v. 33).
Sobre las mujeres callando (vv. 34-35), Pablo refleja el contexto cultural y la ley mosaica (Génesis 3:16), buscando orden en iglesias donde el desorden reinaba. No es un mandato universal contra toda participación femenina (ver 1 Corintios 11:5), sino una corrección específica. El foco es claro: todo debe ser "correcto y ordenado" (v. 40).
Las Capacidades que Importan
SixRock, ¿cuáles son las capacidades más importantes? No las que nos exaltan, sino las que edifican a la iglesia y glorifican a Dios. "Procuren hablar de parte de Dios, y no impidan que se hable en lenguas" (v. 39), pero siempre con amor y claridad. Pablo no rechaza los dones menores, pero exalta los mayores: "Buscad los dones mejores" (1 Corintios 12:31). Profetizar—hablar la verdad de Dios—es superior porque une, corrige y consuela.
He visto iglesias obsesionadas con lo espectacular, pero vacías de enseñanza clara. Otras, con mensajes simples pero poderosos, transforman vidas. Ora con tu espíritu, canta con tu alma, pero usa tu entendimiento para que otros crezcan. Que tu caminar con el Salvador sea firme, buscando no lo que impresiona, sino lo que edifica. Las capacidades más importantes, hermano, son las que reflejan Su amor y Su orden en Su iglesia.
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