viernes, 26 de septiembre de 2014

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."


Otra versión lo traduce así: "Y a todo puedo hacer frente, pues Cristo es quien me sostiene".
Ahora, cuando Pablo dijo todo ¿quiso decir literalmente todo?
Por supuesto no se refería a cualquier acción que uno pueda realizar, fuera ésta apropiada, prudente o imprudente.
Tengamos en cuenta que Pablo dijo todo lo puedo en Cristo, es decir, unido a Cristo, en el contexto de la voluntad de Cristo para su vida.
Para cualquier cosa que Cristo tenga en Su plan y propósito para que usted lleve a cabo, Él le proporcionará el poder y la fuerza para realizarla. Para cualquier don que Él le ha dado, Él le dará a usted el poder necesario para ejercitar ese don.
Un don es una manifestación del Espíritu de Dios en la vida del creyente. Mientras usted actúe unido a Cristo, usted tendrá esa fuerza, ese poder.
Y eso fue exactamente lo que Pablo quiso decir en la frase Todo lo puedo en Cristo.  Esa es la vía, ese es el camino que usted debe seguir. Recuerde que usted es miembro de Su cuerpo, que es la Iglesia; Él es la cabeza del cuerpo y usted tiene que actuar en el contexto de Su voluntad y del propósito que Él tiene para su vida.
Su voluntad es como la vía de un tren, es como el camino y la dirección que usted debe seguir.
O sea, recapitulando, Pablo no estaba diciendo que podemos hacer la totalidad de las cosas que nos propongamos hacer. Pero, sin lugar a dudas, sí podemos llevar a cabo toda aquello que Dios tenga preparado para que hagamos desde que nos salvó, hasta que nos lleve fuera del mundo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
 Con toda seguridad, esto no significa que Él coloca en nosotros un poder ilimitado para hacer lo que queramos.
Él es el que nos proporciona las fuerzas, El que nos capacita para cumplir todo aquello que esté previsto en Su voluntad para nuestra vida. Cuando actuamos de esa manera, unidos a Cristo, somos como el tren avanzando sobre la vía, es decir, que somos irresistibles.
Ningún factor humano puede detenernos. Pero en el mismo momento en que nos apartemos o desviemos de esa posición gloriosa que tenemos, saliéndonos de la esfera de la voluntad de Dios, ya sea por pecar, por pretender actuar bajo nuestra propia voluntad, fracasaremos, no llegaremos a ninguna parte y lo que hagamos se convertirá en ruinas.
Pero si permanecemos en las vías divinas, podremos, como el tren, llegar a su destino y cumplir el propósito de Dios.

Recordemos que el Señor Jesucristo dijo en Juan 15:7, “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y os será hecho.” En consecuencia, antes de pedirle algo a Dios, asegurémonos del lugar en que estamos. Porque resulta esencial estar bajo Su voluntad. Y para conocer la voluntad de Dios, es esencial conocer la Biblia.

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