sábado, 20 de septiembre de 2014

El deseo de crecer

Primera Pedro 2:2 dice: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis”. 

Esa analogía no está hablando acerca de la leche de la Palabra en oposición a la carne 
(1 Co. 3:2). 

Pedro simplemente está diciendo: 

“De la misma forma que los bebés desean la leche, tú debes desear la Palabra a fin de crecer”.

¿Cuánto desean los bebés la leche? 

Si usted ha tenido uno, sabe bien que ellos van a llorar y patalear cuando quieren leche. Le tienen mucha devoción a la leche. Pedro nos dice que nosotros también tenemos que tener ese gran deseo por la Palabra. 

  ¿Cuán fuerte es su deseo por la Palabra? ¿Tiene usted que esforzarse para abrir la Biblia y leerla, o su corazón se siente atraído por ella? ¿Está creciendo? 

Crecemos al alimentarnos con la Palabra de Dios. Todos no tenemos la misma capacidad para crecer, pero sea cual sea nuestra capacidad, la debemos usar por completo. Aunque todos tenemos diferentes habilidades, el Espíritu de Dios obra en nuestros corazones para ayudarnos a amar su Palabra y crecer al ritmo que podemos crecer. 

Sería terrible escuchar a las personas decir: “Ya tengo suficiente teología. He escuchado tanta exposición de las Escrituras que tengo más de lo que necesito. Creo que lo voy a dejar”. Oro pidiendo a Dios que los miembros de mi iglesia nunca pierdan su deseo de crecer.

En 2 Pedro 3:18 el apóstol dice: “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. 

Cuando crecemos, no solo estamos aprendiendo hechos y datos en un libro; estamos conociendo a Cristo mismo. 

Primera Juan 2 dice que como un miembro nuevo de la familia de Dios, usted es un hijo y conoce al Padre (v. 13). Al crecer y hacerse un joven espiritual, la Palabra permanece en usted y “habéis vencido al maligno” (vv. 13-14). Primero conocemos a Dios en la forma más sencilla, luego nos familiarizamos con la doctrina. Maduramos y nos convertimos en un adulto espiritual cuando “conocemos al que es desde el principio” (vv. 13-14). 

En otras palabras, usted no está simplemente aprendiendo doctrina, está aprendiendo  a conocer a Dios. Cuanto más conoce a Dios, tanto más se enriquece su compañerismo con Él. 

Piense en la persona más maravillosa que usted haya conocido, y cuán bueno sería tener esa clase de relación creciente con el Dios santo e infinito del universo.

Extracto del libro, “El plan del Señor para la iglesia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz. 

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