jueves, 18 de septiembre de 2014

Insultando a Dios



Aunque en muchas congregaciones hablan de lo importante del servicio, en muy pocas se estudia si la forma en que “sirven” es correcta y verdaderamente agrada a Dios. Así que déjame aclarar a qué me refiero para culminar alentándote a servir a Dios con tu mirada puesta en Jesús.


Insultamos a Dios cuando le servimos tratando de ganar su favor.

Hay personas que dicen ser cristianas pero que sirven a Dios buscando ganar la salvación o ser más amados por Él, en vez de servirle por agradecimiento a Él.
Eso es un insulto a Dios porque es una forma de decir: “Jesús no es suficiente para salvarme”. Eso es rechazar lo básico de la fe cristiana, que somos salvos solo por fe (Efesios 2:8). Y es ver a Jesús de una forma que Él no es (Filipenses 3:3-9).
 Esto es algo a lo que llamo “idolatría refinada”, ya que cuando alguien no confía en Dios y en que la salvación es de Jehová (Jonás 2:9), es un idólatra, aunque diga que es cristiano, porque está confiando en sus obras en vez de confiar en Dios.


Insultamos a Dios cuando le servimos para que nos dé cosas.

Hay quienes se hacen llamar cristianos pero Cristo no es su mayor deseo. Aparentemente sirven a Dios y se congregan, pero no por agradecimiento a Dios (porque no han nacido de nuevo y por eso no agradecen a Dios que los haya salvado), sino para ver si así Dios les da dinero, éxito, les cumple algún sueño, etc.
Eso es insulto a Dios por dos razones: Primero, es decirle que algo (lo que queremos) vale más que Él.
La segunda razón es que Él es santo, santo, santo, y nosotros somos pecadores, pecadores, pecadores. Así que no hay nada que hagamos que nos pueda hacer merecedores de algo (lo que sea). TODO lo que tenemos es por la gracia de Dios, y esta verdad no es cristianismo nivel experto, es algo esencial en la fe cristiana. Y cuando Dios nos recompensa por algo que “hacemos”, ¡Es por gracia porque sólo gracias a Él hicimos lo que hicimos! (Filipenses 2:13)
Así que cuando alguien sirve a Dios para que Él le dé algo (lo que sea), es como si le dijera “No soy tan pecador y puedo ser merecedor de esto que yo quiero, ya que tú no eres tan santo y puedo cumplir con tus estándares para mí”.
¡Cuánto hace falta que nos tomemos la santidad de Dios en serio!

Insultamos a Dios cuando creemos que nuestro servicio a Él es extraordinario.

Pienso que uno de los muchísimos pasajes que deberían ser leídos con más frecuencias en nuestras iglesias con respecto a servir a Dios, son las palabras de Jesús en Lucas 17:7-10
El punto es el siguiente: Incluso si obedecemos a Dios a la perfección (cosa que NINGUNO de nosotros hace porque pecamos todos los días), Él no está obligado a recompensarnos porque Él es infinitamente santo y merece que lo obedezcamos incluso si decide no darnos algo por nuestra obediencia.
Nuestro servicio a Dios nunca es extraordinario. E insultamos a Dios cuando creemos que lo es porque, de nuevo, es decirle con nuestras acciones que Él no es tan magnifico y digno de ser obedecido como Él realmente es.
Dios nunca nos dice “gracias” por nuestro servicio. No es un regalo de nosotros a Él. Es algo que Él merece y le debemos.

Insultamos a Dios cuando le servimos principalmente para que nos vea la gente.

Jesús habló sobre esto de forma muy directa (Mateo 6:1). Cuando servimos de esta forma le estamos diciendo que la gente es más importante que Él. Esto es idolatría.
Por supuesto, Jesús también enseña que debemos dejar que nuestras buenas acciones brillen a la luz de todos para que todos alaben a Dios (Mateo 5:16) y este es el punto: La intención de un verdadero cristiano al servir no es decir “¡mírenme a mí!”. Es decir “Mírenlo a Él”.

Insultamos a Dios cuando servimos sin pasar tiempos sentados a Sus pies.

“Durante el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa. Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas, pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:
—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.
El Señor le dijo:
—Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará”. (Lucas 10:38-42 NTV)
Marta no hacía nada inherentemente malo, pero Dios quiere que consideremos nuestras prioridades. Irónicamente, el servicio a Dios es uno de los mayores rivales a enfrentar en nuestra devoción a Dios. Necesitamos entender que Él es más importante que todo lo que podamos hacer.

Así que ofendemos a Dios al hablar o servir cuando deberíamos estar escuchándolo. Al estar afanados en “la obra del Señor” cuando deberíamos estar orando y aprendiendo. Al “vivir para Dios” públicamente y no en lo privado y auténtico.
Los momentos en los que estamos sentados a los pies de Jesús no suceden por casualidad. Son planificados. Así que planea pasar algo de tiempo todos los días a solas en tu habitación leyendo la Biblia y orando.
Seamos honestos: ¿Cómo rayos es posible que seamos diligentes para planear vacaciones o ir al cine con amigos, y no para conocer en lo secreto al creador de todo el universo y clamar a Él?
La verdad es que lo que más importa no es cuanto haces para Dios, sino cuanto Dios ha hecho por ti.

Insultamos a Dios cuando no buscamos servirle con excelencia.

Esto es algo que puede resultar obvio, ¿no? Ya que Él es el rey de todo el universo, debemos servirle de la mejor forma posible.
Sin embargo, creo que con frecuencia hemos comprado la mentira de que en el servicio a Dios, en algunas áreas de servicio, solo importa la “intención del corazón”. Es importante lo que hay en nuestro corazón al servir pero eso no debe ser excusa para ser negligentes, al contrario, el servicio centrado en Jesús nos motiva y ayuda a obrar con excelencia buscando ser teológicamente correctos.
Un corazón que en verdad desea servir a Dios está acompañado por una mente que quiere hacerlo de la manera que Dios ha establecido porque sabe que Él es santo y servirle es un asunto muy serio. Todo lo demás es pura emoción. Servir a Dios a “nuestro modo” es idolatría porque es pretender elevarnos a nosotros mismos a la posición de Dios.
No se trata de cómo podemos servir a Dios, sino de cómo Él ha dicho que quiere que lo hagamos.

Insultamos a Dios cuando le servimos pretendiendo hacerlo todo.

Solo porque puedas hacer algo no significa que debas hacerlo. No eres Jesús, así que no puedes hacerlo todo y Dios tampoco espera que lo hagas.
Consejo para líderes cristianos: Admite cuanto antes que tu círculo de interés siempre será más grande que tu círculo de influencia y que la iglesia y el universo no dependen de ti.
Necesitamos confiar en la soberanía de Dios cuando le servimos, porque de lo contrario le estaríamos ofendiendo diciéndole con nuestras acciones que Él no puede hacerse cargo de lo que Él dijo que iba a hacer. ¡Qué forma de ofender a Dios!
Descansemos en la verdad de que hay cosas que se escapan de nuestras manos, pero nada se escapa de las manos de Dios. Él llevará a cabo Sus propósitos en este mundo y en Sus ovejas.
Insultamos a Dios cuando tenemos favoritismos a la hora de servir.
Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34). La doctrina bíblica de la elección incondicional significa esto: Que Dios escoge a Sus ovejas incondicionalmente por puro placer de Su voluntad conforme a Sus propósitos, y les concede fe en Él (Efesios 2:8). Así que si somos salvos, no es porque hayamos sido más inteligentes o “buenos” que alguien más: Es porque Dios ha tenido misericordia de nosotros. Somos salvos por gracia.
Sin embargo, aunque tenemos este conocimiento en nuestras mentes, con frecuencia vivimos como si no fuese así. Como si en realidad merecemos la salvación, y eso es triste.
Esto se manifiesta en el hecho de que son muchas las personas en congregaciones cristianas que, aunque se les presente la oportunidad, no predican a los que consideran las “peores personas” de la sociedad, porque piensan que esas personas son una especie de caso perdido o algo así.
Eso no es reconocer la gracia de Dios. Si Él pudo salvarte a ti, entonces puede salvar a cualquiera. Cuando negamos en la práctica que fuimos salvos por gracia, estamos diciéndole a Dios las siguientes palabras: “Tú no tienes poder para salvar a los que yo considero que son lo peor del mundo”. También es decirle a Dios que podemos indicar quien merece ser salvo, como si nuestra justicia fuera mejor que la de Él.
Insultamos a Dios cuando le servimos sin gozo.
¡Vivir con gozo es una orden! (Filipenses 4:4) Dios no es glorificado cuando las personas le sirven a Él de mala gana, sin alegría fundamentada en Él.
El servir a Dios sin gozo es un resumen de todas las formas de servir a Dios que son un insulto para Él. Y es que servir a Dios sin gozo verdadero es servir pretendiendo hacerlo todo, olvidando pasar tiempo con Él, buscando hacer las cosas por motivos incorrectos, etc…
Solo es posible vivir con gozo cuando conocemos realmente el evangelio y Jesús es nuestro tesoro. Cuando Pablo llama a los Filipenses a vivir con gozo, ¿qué les dice? Que se cuiden de los legalistas que predican lo opuesto al evangelio, y que Jesús vale más que todo lo demás (Filipenses 3:1-9).

Dios es paciente y merece que le sirvamos ahora.

Como dije al comienzo, todo esto que te he hablado puede ser desmotivador. Tal vez te preguntes, “¿Cómo servir a Dios como Él quiere que lo hagamos cuando la cosa más fácil para nosotros es insultarlo?”
Mi intención al hablarte de las formas en que podemos insultar a Dios mientras le servimos, es mostrarte cuán misericordioso y paciente es Él con nosotros, para motivarte a buscar servirle mejor todos los días reconociendo su infinita gracia y su inagotable amor.
Y es que esperar a tener la capacidad de servir a Dios perfectamente, para empezar a hacerlo, es otra forma de insultar a Dios porque Él ha dicho que debemos servirle hoy, y el mundo necesita escuchar el evangelio y ver como la iglesia es la luz del mundo ahora.
Si vas a esperar a tener motivos 100% puros para hacer lo que Dios quiere que hagas, ¡entonces vas a tener que esperar a que Jesús regrese y seas como Él, si eres cristiano! (1 Juan 3:2).
Dios te ha ordenado servirle ya y ahora, así que te animo a que busques hacerlo como Él quiere que lo hagamos: Con nuestra mirada puesta en Él, sabiendo que algún día, en el cielo, podremos servirle adorándolo con un corazón sin ninguna gota de pecado por todo el resto de la eternidad.
¿Qué mayor motivación para buscar servir a Dios a Su manera, que saber que no merecemos nada y Él ya nos ha dado todo en Jesús? (Efesios 1:3)
Estoy seguro de que cuanto más conozcamos a Jesús, más gozo tendremos en nuestras vidas y serviremos mejor a Dios, para Su Gloria, creciendo en la gracia. Esto está escrito a lo largo de toda la Biblia.

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