viernes, 11 de abril de 2025

Romanos 1:19-20 - ¿Qué pasa con aquellos que nunca escucharon el evangelio?

 

Un grupo de personas en una cueva oscura, iluminadas por un rayo de luz que entra desde la entrada, con rocas y sombras a su alrededor. Sobre la imagen, un texto en letras blancas con borde negro dice: "¿QUÉ PASA CON AQUELLOS QUE NUNCA ESCUCHARON EL EVANGELIO?" y debajo, en letras más pequeñas de color dorado, se lee: "CAMINANDO CON JESÚS". La escena evoca un ambiente de misterio y reflexión espiritual.


1. El punto de partida: La soberanía de Dios y la revelación divina

 
La teología reformada comienza con la soberanía absoluta de Dios sobre toda la creación, incluyendo la salvación de las personas. Según las Escrituras, Dios es justo, santo y misericordioso, y sus juicios son perfectos (Deuteronomio 32:4; Salmos 89:14). Además, la Biblia enseña que todos los seres humanos son pecadores por naturaleza y están separados de Dios (Romanos 3:23; Salmos 51:5). Nadie merece la salvación; esta es un regalo de la gracia divina (Efesios 2:8-9).
 
Sin embargo, la pregunta sobre aquellos que nunca escucharon el evangelio plantea un desafío: 
 
¿cómo puede un Dios justo condenar a quienes no tuvieron la oportunidad de conocer a Cristo? 
 
Para responder, debemos considerar dos tipos de revelación divina descritos en la Biblia:
 
Revelación general: Dios se revela a todos los seres humanos a través de la creación y la conciencia moral. Romanos 1:19-20 declara: 
 
"Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." 
 
Esto implica que nadie es completamente ignorante de la existencia de Dios, ya que la creación misma testifica de su poder y deidad.
 
Revelación especial: Esta es la proclamación específica del evangelio de Jesucristo, que revela el plan de salvación (Hechos 4:12; Juan 14:6). La revelación especial es necesaria para conocer el camino de la redención, ya que la fe viene por el oir la Palabra de Dios (Romanos 10:17).
 
Desde la perspectiva reformada, la revelación general es suficiente para condenar, ya que todos rechazan a Dios en su pecado (Romanos 1:21-23), pero solo la revelación especial, a través del evangelio, lleva a la salvación. Esto plantea la tensión central: ¿qué ocurre con aquellos que solo recibieron la revelación general?
 

2. La posición reformada: Exclusivismo y la necesidad de Cristo

 
La teología reformada es generalmente exclusivista, lo que significa que la salvación viene únicamente a través de la fe consciente en Jesucristo. Esta postura se basa en textos claros como:Juan 14:6: 
 
Jesús dijo, "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
 
Hechos 4:12: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos."
 
Romanos 10:13-14: "Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?"
 
Estos pasajes subrayan que la fe en Cristo es el medio designado por Dios para la salvación. En la tradición reformada, esto se refuerza con la doctrina de la elección soberana: Dios, en su voluntad eterna, elige a quienes salvará (Efesios 1:4-5; Romanos 9:11-16). La proclamación del evangelio es el instrumento ordinario por el cual Dios llama a sus elegidos, y la responsabilidad de predicar recae en la iglesia (Mateo 28:19-20).
 
Desde esta perspectiva, aquellos que nunca escucharon el evangelio no tienen acceso al conocimiento salvífico de Cristo y, por lo tanto, no pueden ser salvos, ya que carecen de la fe explícita en Él. Además, Romanos 1:18-20 sugiere que todos son culpables ante Dios por rechazar la revelación general, incluso sin haber oído el evangelio. La justicia divina no está en entredicho, porque nadie merece la salvación, y Dios no está obligado a proporcionar la revelación especial a todos.
 

3. La controversia: Exclusivismo, inclusivismo y universalismo

 
Para contextualizar la postura reformada, es útil compararla con otras posiciones teológicas:
 
Exclusivismo: Como se explicó, sostiene que la salvación requiere fe consciente en Cristo. Es la posición dominante en la teología reformada y evangélica, basada en la claridad de los textos mencionados. Sin embargo, algunos críticos argumentan que parece injusto que Dios condene a quienes nunca tuvieron la oportunidad de escuchar el evangelio.
 
Inclusivismo: Esta postura sostiene que, aunque Cristo es el único medio de salvación, Dios puede aplicar los beneficios de la obra de Cristo a aquellos que no lo conocieron explícitamente, pero respondieron con fe a la luz que recibieron (por ejemplo, a través de la revelación general o su conciencia). Algunos teólogos reformados, como J.I. Packer, han explorado esta posibilidad con cautela, sugiriendo que Dios podría salvar excepcionalmente a algunos en circunstancias extraordinarias, aunque esto no es normativo. Sin embargo, el inclusivismo es visto con escepticismo en la tradición reformada, ya que puede debilitar la urgencia de la misión evangelística y carece de respaldo bíblico explícito.
 
Universalismo: Esta visión afirma que todos serán salvos, independientemente de si escucharon el evangelio o creyeron en Cristo. Desde la perspectiva reformada, el universalismo es incompatible con las Escrituras, que hablan claramente del juicio final y la condenación de los impíos (Mateo 25:46; Apocalipsis 20:11-15). Además, socava la necesidad de la obra redentora de Cristo y la responsabilidad humana de responder al evangelio.
 
La teología reformada rechaza el universalismo y es cautelosa con el inclusivismo, manteniendo el exclusivismo como la postura más consistente con la Biblia. Sin embargo, reconoce que la justicia de Dios es insondable, y los detalles de su juicio final están más allá de nuestra comprensión total (Romanos 11:33-34).
 

4. Matices reformados: La justicia y misericordia de Dios

 
Aunque la postura reformada es exclusivista, algunos teólogos reformados han ofrecido matices para abordar la aparente tensión entre la justicia divina y la condenación de quienes nunca escucharon el evangelio. Estos matices no comprometen el exclusivismo, pero reflejan humildad ante los misterios de Dios:
 
Dios no está obligado a salvar a nadie: La teología reformada enfatiza que todos merecen la condenación por su pecado (Romanos 3:10-12). Que Dios elija salvar a algunos a través del evangelio es un acto de misericordia, no de obligación. Por lo tanto, no es injusto que algunos no reciban el evangelio, ya que nadie tiene derecho a la salvación.
 
La soberanía en la distribución del evangelio: Dios determina quién escucha el evangelio y cuándo (Hechos 16:6-10). Si alguien no lo escucha, esto cae bajo el propósito soberano de Dios, que siempre es justo, aunque no siempre comprendamos sus razones (Romanos 9:20-21).
 
Juicio según la luz recibida: Aunque la salvación requiere fe en Cristo, algunos reformados sugieren que Dios juzgará a las personas según la luz que recibieron. Aquellos que solo tuvieron acceso a la revelación general serán juzgados por su respuesta a ella, lo que aún los deja culpables (Romanos 1:20). Esto no implica salvación fuera de Cristo, pero sí que el juicio de Dios será perfectamente justo, tomando en cuenta las circunstancias de cada persona.
 
Esperanza en los misterios de Dios: Mientras que la Biblia no promete salvación para quienes no escucharon el evangelio, tampoco detalla exhaustivamente el destino de cada individuo. Como dice Deuteronomio 29:29, "Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros." Esto invita a confiar en la justicia y misericordia de Dios, sin especular más allá de lo revelado.
 

5. Implicaciones prácticas: La urgencia de la misión

 
La perspectiva reformada, al enfatizar la necesidad de la fe en Cristo, subraya la importancia de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20). Si la salvación viene solo a través del evangelio, la iglesia tiene la responsabilidad urgente de predicar a todas las naciones. Esto no solo refleja obediencia a Cristo, sino también amor por los perdidos, deseando que nadie perezca (2 Pedro 3:9, entendido en el contexto reformado como la voluntad de Dios de salvar a sus elegidos).
 
Además, esta postura nos lleva a la humildad. No debemos presumir conocer los detalles del juicio final ni limitar la sabiduría de Dios. Nuestra tarea es proclamar el evangelio fielmente, confiando en que Dios obrará según su perfecta voluntad.
 

6. Respuesta a la controversia

 
La pregunta sobre aquellos que nunca escucharon el evangelio puede ser emocionalmente cargada, especialmente cuando pensamos en personas en regiones remotas o épocas pasadas. Es crucial responder con sensibilidad, sin comprometer la verdad bíblica:
 
Confianza en la justicia de Dios: Podemos estar seguros de que Dios no cometerá ninguna injusticia. Sus juicios serán perfectos, y nadie será condenado inmerecidamente (Génesis 18:25).
 
En lugar de especular sobre lo que no sabemos, debemos centrarnos en lo que Dios ha revelado: Cristo es el único camino de salvación, y la iglesia debe llevar este mensaje al mundo.
 
En lugar de angustiarse por los que no han oído, los cristianos deben comprometerse con la misión, apoyando a misioneros, orando por los no alcanzados y viviendo como testigos de Cristo.
 
Conclusión
 
Desde la perspectiva reformada, la salvación viene solo por la fe en Jesucristo, y el evangelio es el medio ordinario por el cual Dios llama a sus elegidos. Aquellos que nunca escucharon el evangelio no tienen acceso a este conocimiento salvífico y, según Romanos 1, son culpables por rechazar la revelación general. Sin embargo, la justicia de Dios asegura que nadie será juzgado injustamente, y su soberanía garantiza que su plan es perfecto, aunque no lo comprendamos completamente.
 
Esta postura exclusivista no debe llevar a la desesperanza, sino a la acción. Nos impulsa a predicar el evangelio con urgencia, confiando en que Dios usará su Palabra para salvar a los suyos. Al mismo tiempo, reconocemos con humildad que los detalles del juicio final están en las manos de un Dios santo, justo y misericordioso, cuyos caminos son más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9).
 
Que esta verdad nos motive a vivir para la gloria de Dios, proclamando su evangelio con valentía y amor, mientras confiamos en su perfecta voluntad.


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